El deporte constituye un eje importante en el marco de acción de Educatio Servanda. Lejos de reducir su presencia a una ociosa ocupación del tiempo libre, la práctica deportiva debe ambicionar formar al niño. Y en cuanto que nos interesa el deporte como suceso de la persona, ésta solo puede ser entendida en su plenitud. Si por su propia naturaleza, toda actividad deportiva ha de preocuparse por la educación y el desarrollo del cuerpo, debe también predisponer a éste al servicio del alma.
Coincidimos con Juan Pablo II en que la función educativa del deporte es un componente esencial que da trascendencia a la práctica deportiva. Un ejercicio practicado adecuadamente incide de forma directa en la formación humana y espiritual de la persona, erigiéndose en un inestimable vehículo de valores para el niño: educación de la voluntad, tolerancia al esfuerzo, sacrificio respeto por la autoridad, compañerismo, trabajo en equipo, perseverancia, autodominio, humildad en la victoria, paciencia en la derrota, lealtad, disciplina, amistad…
Un deporte así entendido, que forma en el desarrollo de la personalidad, que forja y templa el carácter, que educa en virtudes y que, en suma, sitúa a la persona en su centralidad, pero sin perder de vista su proyección comunitaria, ha de ser necesariamente un factor que repercuta positivamente en el entorno inmediato, contribuyendo a edificar una sociedad más justa en la que el niño pincela el cuerpo y cincela el alma, aprende a ser hombre y cristiano, labora su perfección y alza su mirada hacia Dios.
En 2015 Educatio Servanda abría una nueva etapa en la gestión de las actividades deportivas extraescolares. ¿Objetivo? Edificar un proyecto deportivo que, además de promover aquellos valores que resultan inherentes a toda actividades deportiva, potencie su vocación educativa y contribuya a la formación de la persona.
Bajo esta pauta general, que nutre y define nuestra presencia en el área de trabajo extraescolar, la Fundación Educatio Servanda, pretende complementar la formación de los alumnos a través de la práctica de diferentes disciplinas deportivas, con la que pretendemos alcanzar un alto nivel, labrado en el esfuerzo, capacidad de sacrificio y entrega máxima. La finalidad es que, con independencia del resultado, el niño termine satisfecho de su trabajo, vea reforzada su autoestima, crezca como persona, ayudando a su vez a crecer a los demás, encuentre en sus compañeros un punto de apoyo, y se encauce hacia el bien común como lugar de referencia.