El hoy arzobispo de la diócesis de Valladolid, Luis Argüello, presentado por Alfredo Dagnino, secretario general de Educatio Servanda, inició su intervención refiriéndose a los sueños de san José, «que nos hablan de la búsqueda permanente de la voluntad de Dios.»
«En José y María -prosiguió Argüello- vemos dos obedientes, dos personas que quieren escuchar la voluntad de Dios, que han hecho de su vida una interiorización del sueño de Dios […] que quiere que aquellos que van a educar, hayan sido educados primero, ya que no se puede ser padre sin haber sido hijo».
José es radicalmente padre gracias a la potencia de la virginidad, como don del bautismo a través del cual participamos de la vida de Cristo. Al igual que María que, por la gracia y la fuerza del Espíritu Santo, es madre sin la experiencia del encuentro conyugal, también san José, sin experiencia, se convierte en padre.
José desea realizar plenamente la paternidad poniendo en referencia a ese hijo con quien verdaderamente es su padre. Y esto sirve para que vosotros, que sois padres, al saber de que vuestros hijos tienen un padre más radical e importante que vosotros, lo pongáis en relación con quien es padre de todos y de cada uno.
La virginidad de María y José es más que una imitación de Cristo, es dejar que Cristo viva en nosotros. José nos da el testimonio de un amor virginal y de una paternidad virginal que subraya el saber amar a la otra persona en el proyecto de Dios.
«Todos podemos encontrar -concluyó Monseñor Argüello- en ese san José silencioso, discreto, que pasa desapercibido, a un intercesor, un apoyo a quien acudir en tiempos de dificultad».
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