Aunque los estándares establecen que la carta del presidente de cualquier corporación debe hacer un balance general del año, en 2017 se produjo un acontecimiento excepcional, un jalón que, o mucho me equivoco, o se consagrará como un nuevo hito en el recorrido de esta etapa, aún incipiente en términos institucionales.
Se trata del viaje, en clave de peregrinación, que los directivos de la fundación realizamos este año a Polonia: “Tras las huellas de Juan Pablo II”. En páginas interiores hay más detalles del mismo. Lo destaco aquí porque peregrinar a los lugares que marcaron la vida de nuestro santo patrón, supuso un nuevo elemento de consolidación, de crecimiento “ad intra”, digno de una mención especial.