El reto más importante al que se enfrenta la escuela católica es el de la continuidad de la educación y formación conforme al proyecto educativo cristiano; una escuela configurada para el conocimiento de la persona de Cristo. La calidad de su enseñanza está íntimamente relacionada con la visión del hombre y del mundo que le aporta la fe. Pero educar desde la fe, no equivale a una transmisión de habilidades o competencias que se trasvasan como si se volcaran sobre un recipiente.
Educatio Servanda entiende que la enseñanza católica solo puede encontrar su verdadera justificación en la misión misma de la Iglesia. Solo el Señor puede ser el verdadero fundamento de su proyecto. Para ello, aplica su enseñanza sobre una concepción determinada del hombre: piensa en la persona humana, concebida como un precioso tesoro de incalculable valor que, en cuanto único e irrepetible, precisa de una atención educativa adecuada a su dignidad.
Educar en la persona implica ahondar en su naturaleza, penetrar en su comprensión; entender que la persona no es quien es, sino quien está llamada a ser; un ser inacabado que busca su plenitud y que, por tanto, se halla comprometido en un proceso de edificación permanente que, sin embargo, requiere de colaboración externa. Será deber del educador, respaldar, animar y acompañar ese descubrimiento.