«Decid mejor que ese niño os molesta y que por eso preferís matarlo, pero decid la verdad. La “cosa” en cuestión es un hombre, no un amasijo de células… » Jérome Lejeune
Un ciéntifíco colosal, sí…
Que Jerome Lejeune es uno de los grandes científicos del siglo XX nadie lo duda. Nadie, claro, que conozca el auténtico valor de su obra. Conocido como el padre de la genética moderna, fue él quien descubrió el cromosoma 21 que define el Síndrome de Down, uno de los avances capitales de las últi mas décadas. Y no se trata de una exageración. Gracias a este hallazgo por primera vez se demostró en el hombre que una enfermedad congénita era debida a una anomalía cromosómica. Nacía así la citogenética clínica.Sus trabajos le llevaron a reflexionar sobre las grandes cuestiones de la vida humana y sobre el papel que la medicina y la investigación deben tomar en defensa de los más débiles.
…pero ante todo, un hombre íntegro y de sólidas virtudes
Sin embargo, pese a lo colosal de sus avances científicos, Lejeune destacó por una integridad personal y espiritual a prueba de bombas que, a decir verdad, no fueron pocas. Lejeune se hubiera llevado el premio Nobel si hubiera abandonado su decidida postura en favor de la vida y contra el aborto. Recordemos que en aquel entonces en Francia se debatía la aprobación del aborto. Sin embargo, Jerome no transigió.
Él mismo dictó su sentencia cuando se refirió a la Organización Mundial de la Salud como “una institución para la salud que se ha transformado en una institución para la muerte”. Bien lo sabía. Así escribía ese mismo día a su familia: “Hoy me he jugado mi Premio Nobel”.
Pero lo peor estaba por llegar. Lejos de serle concedido el premio, Lejeune fue acusado de pretender imponer su fe católica en el ámbito de la ciencia. Un “crimen” este que le llevó al ostracismo más absoluto.
Con motivo de su muerte en 1994, Juan Pablo II escribiría al Cardenal de Paris palabras memorables: “en su condición de científico y biólogo era un apasionado de la vida. Llegó a ser el más grande defensor de la vida, especialmente de la vida de los no nacidos, tan amenazada en la sociedad contemporánea. Lejeune asumió plenamente la particular responsabilidad del científico, dispuesto a ser signo de contradicción, sin hacer caso a las presiones de la sociedad permisiva y al ostracismo del que era víctima”.
Años más tarde, se abriría su causa de beatificación.
Creada en 1995 en París por colaboradores, amigos y familiares de Lejeune, la fundación que lleva su nombre continúa con la investigación médica sobre las enfermedades de la inteligencia y enfermedades genéticas. Además, preserva el cuidado, dignidad y respeto de las personas afectadas por la trisomía 21 o por otras anomalías genéticas desde su concepción.
Para Educatio Servanda es un auténtico honor darle este humilde reconocimiento a quienes tanto hacen por la vida.
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