Cuatro obispos y ocho sacerdotes participaron en la ceremonia eucarística y de consagración al Corazón de Jesús de Educatio Servanda. Miles de personas abarrotaron la basílica del Cerro de los Ángeles para acompañar a la Fundación en su día más grande. La jornada concluyó con una comida de fraternidad al aire libre.
No cabía un alfiler en la basílica del Cerro de los Ángeles. Quince minutos antes de que comenzara la celebración de la ceremonia eucarística, miles de personas ya abarrotaban el recinto. Una parte de ellas habían asistido a la charla meditación de D. Francisco Cerro, obispo de Coria-Cáceres, y a la exposición del Santísimo que, a modo de preparatorio, había tenido lugar apenas media hora antes. Pero la jornada no había hecho más que empezar. Quedaba el acto central. Aquel por el que la Fundación, sus obras y los allí presentes entregarían su corazón; aquel por el que todos ellos lo vincularían de por vida al Sagrado Corazón de Jesús.
A las familias se sumaron cientos de escolares pertenecientes a los siete colegios Juan Pablo II que la Fundación Educatio Servanda tiene en España. Lo hacían con ánimo festivo como mandaba la ocasión. Muchos de ellos, de hecho, ya habían iniciado la celebración durante la tarde del viernes cuando, llegados de Parla y Guadarrama, se congregaron en el colegio de Alcorcón junto a los anfitriones para acoger a sus compañeros de Andalucía. Los setecientos kilómetros que separan Madrid de sus colegios de Almería y Cádiz no habían impedido que una nutrida representación de alumnos y profesores se desplazaran hasta la capital de España para participar como protagonistas en los actos de celebración.
Hasta que, por fin, llegó el momento esperado. Pasaban unos minutos de las 11,30 horas cuando, a la par que seguían entrando nuevas familias en la Basílica, dio comienzo la esperada ceremonia con la entrada solemne de los oficiantes: ocho sacerdotes y nada menos que cuatro obispos. Presidiendo en calidad de anfitrión, Don Joaquín María López de Andújar y Cánovas del Castillo, obispo de la diócesis de Getafe. Acompañándole, el arzobispo de Toledo y Primado de España, D. Braulio Rodríguez Plaza, el obispo de Cádiz-Ceuta, Don Rafael Zornoza Boy, y Don Francisco Cerro Boy, obispo de Coria-Cáceres. Una estampa singular, toda vez que no es fácil reunir a cuatro obispos en un mismo acto. Y mucho menos en la celebración de una fundación como la nuestra, fundada y formada por laicos. Sin embargo, tiene su explicación. Históricamente la inclusión del obispo en el primer patronado de la Fundación nos reveló la que habría de ser la composición orgánica y vital de Educatio Servanda: un cuerpo laical y un alma diocesana que, a partir de entonces, caminarán con la guía y el acompañamiento diocesano. Allí donde está presente Educatio Servanda, hay un lugar en su patronato para el obispo diocesano correspondiente. La presencia, el pasado sábado, de cuatro obispos en nuestra celebración, ilustra a la perfección esta comunión.
Don Joaquín María López María de Andújar, un auténtico padre para esta Fundación, portaba una preciosa casulla con el Corazón de Jesus bordado en el pecho, y en la espalda una imagen de quien fuera gran apóstol del Sagrado Corazón en España, el Beato Bernardo de Hoyos.
Sin embargo, amén de los consagrados, fueron muchos los laicos que participaron en la ceremonia. Teresa López, subdirectora general del colegio Juan Pablo II de Alcorcón, pronunció la monición de entrada. La primera y segunda lecturas corrieron a cargo de un profesor de Puerto Real y de un benefactor de la Fundación. Las ofrendas (pan y vino) a cargo de una familia de Parla. Las peticiones fueron leídas por alumnos de los colegios Juan Pablo II de Almería, La Línea, Guadarrama, Alcorcón, Cádiz y los Centros de Estudios Superiores de Madrid y Toledo. El acompañamiento musical tuvo como protagonistas al coro formado por alumnos, padres y profesores del colegio Juan Pablo II de Alcorcón. Por último, la monición final, como no podía ser de otro modo, correspondió a Juan Carlos Corvera, fundador y presidente de Educatio Servanda.
Al concluir el acto, las familias se dirigieron al merendero del Cerro donde celebraron una comida de fraternidad. Con ella, concluía el día más grande de Educatio Servanda. El día en que la Fundación, sus obras y todos quienes asistieron a la ceremonia se consagraron al Corazón de Jesús. Pero también daba comienzo la celebración del X aniversario de su nacimiento.
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