“También los asuntos temporales deben estar guiados por la conciencia cristiana. Es urgente que los laicos participen en la vida pública promoviendo los valores del Reino de Dios”

 

SS Juan Pablo II

Nuestra respuesta a la emergencia educativa

El 15 de noviembre de 2008 viera la luz el primer Congreso  Nacional de Educadores Católicos. En aquella fecha, el educador católico, tanto tiempo olvidado, volvía a recuperar un protagonismo que desde entonces, al menos en lo que a la Fundación se refiere, no ha vuelto a perder. Con aquella convocatoria, Educatio Servanda lograba llenar un vacío a la par que respondía a la emergencia educativa de la que nos habló Benedicto XVI.

 

Como no podía ser de otro modo, la respuesta de la Fundación nacía desde la humildad y la determinación. Pues solo de la humildad puede partir una Fundación que halla en el Señor su alfa y omega y que no encuentra otra razón de ser que la de servir su voluntad. Y desde la determinación, porque es a través de ésta donde la acción adquiere la firmeza y perseverancia que se precisan para dar cumplimiento a una misión que le trasciende.

 

Desde ese día, seguimos trabajando. Hoy como entonces, la educación no ha dejado de ser emergencia. Sigue reclamando propuestas que den acogida a la verdad antropológica de la persona; que la liberen de ese egoísmo reductor y deforme que la degrada y la encarcela en el abismo de su insuficiencia; y que, en suma, la reconozcan en todas sus dimensiones, aceptándola como lo que es: un ser digno y precioso en sí mismo que necesita entregarse a los demás para poder alcanzar la plenitud de una vida lograda y que, para conseguirlo, ha de apuntar necesariamente hacia la trascendencia.

 

Con el fin de reforzar nuestro propósito la Fundación ponía en marcha en 2015 el primer Congreso de Educadores Católicos de la Comunidad Valenciana.

Durante estos años, en nuestros congresos nacionales y locales se han puesto sobre el tapete numerosas cuestiones candentes. Hemos abordado el compromiso que, con su palabra con su presencia, y orientado en el Evangelio, el maestro católico adquiere para con el alumno y la promoción integral de su persona. Hemos reflexionado sobre el menoscabo de la figura del profesor y sobre los cambios que se han producido en la relación de éste con el alumno.

 

Hemos debatido sobre la necesidad de educar en la virtud, al objeto de conformar en el niño y en el joven una conciencia recta que les conduzca a elegir el bien como bueno y deseable. Nos hemos preguntado por qué España encabeza el fracaso escolar en nuestro continente. También la mujer ha salido a debate como principal baluarte de la educación, al igual que la autoridad, la cual parece haber dejado de ser una referencia en este ámbito. No obstante, esto no ha hecho más que empezar. El Congreso de Educadores Católicos de Educatio Servanda continuará, con la ayuda de Dios, nutriendo al educador de respuestas y herramientas en su propósito de educar un mundo mejor.

Una galería de nombres propios

 

Si los Congresos de Educadores Católicos son ya referentes indiscutibles en el mundo educativo, ello hay que agradecérselo al extraordinario plantel de sabios y profesionales de reconocido prestigio que han subido a su tribuna: consagrados como los cardenales Antonio María Rouco Varela y Antonio Cañiñares; los obispos Antonio Reig Pla, José Ignacio Munilla y Joaquín María López Andújar, los sacerdote Jesús Úbeda y Javier Mairata, o María Rosa de la Cierva; académicos de prestigio como Xosé Manuel Domínguez, Ignacio Sánchez Cámara, Pedro Juan Viladrich, María Castilla de Cortázar, María Lacalle, Vicente Bellver, Santiago Sastre, Juan José Javaloyes…;psiquiatras como Enrique Rojas, María Inés López Ibor o Jesús Poveda; representantes de la sociedad civil como María Sanchez Arjona o Isabel Bazo, cineastas como Jerónimo José Martín, y un largo etc de personalidades han hecho del Congreso de Educadores lo que es.